martes, 24 de agosto de 2010

El barrio aburre.

Estaba harto de mirar, de no hacer nada, parado en la esquina del cruce. Veía pasar los coches, las madres con el carrito del bebe, los abuelos con las cachas viejas y los caballeros con trajes que olían a naftalina, pero ese día era distinto. Fermín Pupila tenía una pistola en el bolsillo. Estaba dispuesto a usarla. Quería declararle la guerra a todo el barrío. Esperaba el momento propicio. Elegía su primera victima.
Cinco niños que venían por la calle mayor dándole patadas a un balón fueron los elegidos. Todo el mundo lo recuerda. Apenas unos disparos suyos y todo el barrío se unió a la gran batalla. De todos los rincones salieron mangueras, globos, cubos y pistolas de agua. Las hostilidades fueron un gran alivio para calor estival. Fermín tenía razón... al barrio le hacia falta acción.

7 comentarios:

  1. Manuel, es el primer cuento que leo en este día. ¡gracias por darle ese final, estaba conteniendo el aliento!

    Saludos cordiales

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  2. Uff, si, se mantiene el aliento hasta el final victorioso. Con lo que he leido tuyo no esperaba que fueras a ser tan macabro.
    Bien por el cambio, yo me apunto.

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  3. Las cosas no son lo que parecen. Me alegra que os gustase. Estoy cogiéndole gusto a esto de leer relatos de todos y a escribir los míos. Gracias por la atención.

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  4. Yo también tengo una pistola en el bolsillo ;) voy a salir a hacer la guerra!!!

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  5. Estas guerras son las que dan abundancia y armonía. No las otras.

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  6. Ahí, Manolo, ahí... ;)

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