La pequeña libreta que llevaba en el bolsillo de su pantalón estaba llena de dibujos. Plumas, cabezas, picos y patas. Cientos de animales con anotaciones bellísimas. Era la libreta de un viajero pintor.
Se quitó los guantes para retocar el dibujo de un husky, pero como pinteaba la nieve, se volvió a enguantar. Se dirigió a la avioneta.
Sintió un escalofrío al entrar. Por eso, una vez sentado, saco de nuevo el lápiz. Puso su nombre en la última página de la libreta: Félix Rodríguez de la Fuente.
- No quiero extraviarla - le dijo al cámara.
Subían al cielo, mientras la guardaba en el bolso de la parca.
Unos instantes antes de la tragedia en un lugar de Alaska...
ResponderEliminarUna pena.
Saludos.
Un homenaje a un buen hombre. Un abrazo Toro.
ResponderEliminarEl recurdo de una estela....q se perdio en el aire.
ResponderEliminarHola Hada, pero esa estela dejò y aún deja buenas semillas. Un abrazo
ResponderEliminarDejó mucha huella, Félix.
ResponderEliminarSí. Muy buen ejemplo.
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