Hecho verídico que me contó Aurora Machín Castañón. Santa Lucía de Gordón.
Era el año 1937. La guerra civil llenaba España de hambre y odio. Dos gitanillos se peleaban en medio de un camino polvoriento... golpes, chillidos y patadas.
De pronto suenan los motores de la aviación. Vienen a bombardear. Un avión en el horizonte del atardecer asoma sobre la montaña. Los luchadores hacen una pausa y aterrados se esconden juntos, debajo de la misma zarzamora. Con la respiración entrecortada se miran. El más fuerte agarra al más pequeño por la pechera y susurrando le amenaza:
- ¡Cállate Joputa! Que en cuanto pase el bicho, te mato.
Una de las tantas contradicciones que se dan en esta vida...
ResponderEliminarAbrazos
Gracias una vez más por tu visita Su.
ResponderEliminarLa mayoría son ajenos a una guerra, pero hay algunos que aún lo son más. Un abrazo, Manuel.
ResponderEliminarComentario sabio Maite. Ajenos a la guerra pueden ser algunos, pero si el avión los ve... ¡Mejor no pensar lo que pasa si el avión los ve!
ResponderEliminar¿No era "y escondido tras las zarzas duerme mi primer amor"? ;)
ResponderEliminarAbrazos,
PABLO GONZ
Ah, no. Eran las cañas. Sí, claro. Perdón.
ResponderEliminarNo es lo mismo morir mirando a alguien que bajo las bombas del avión, mejor un cuerpo a cuerpo... parece más justo.
ResponderEliminarUn abrazo Manuel
Me ha gustado. Se esconden de un peligro muy grande e incomprensible para ellos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Anita mejor cuerpo a cuerpo pero entre zarzas dificil no hay espacio.
ResponderEliminarTorcuato, frente al poder del mal, mejor esconderse. Un daño mayor nos pone de acuerdo para escapar.
Muy buena la escena, Manolo, genialmente descrita. Me recuerda al "Duelo a garrotazos" de Goya.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Alberto. A veces la realidad supera la ficción.
ResponderEliminarQue escena!!!
ResponderEliminarTremenda.
Saludos.
Gracias por tu visita Toro.
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