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viernes, 18 de noviembre de 2011

El cazador y los lobos.

Rinalto, fuerte y distinguido, cazador que estaba harto de matar animales con su escopeta. Ya no disfrutaba viendo temblar a los conejos y a los corzos.

Decidió dejar de cazar, pero como llevaba una vida entera ocupado en perseguir fieras y bichos, se sentía sólo, remordido y aburrido. La tristeza le amarró por los pies y le hizo sentirse inútil ¿Qué podía hacer un cazador que no quería matar más?

Una mariposa blanca se coló por la ventana abierta de su casa de campo. Voló a su alrededor y se posó en su hombro izquierdo. Luego se le subió a la frente y al final se escapó por donde había entrado.

Rinalto, corrió persiguiendo a la mariposa y al salir al exterior descubrió el campo esplendoroso. Cientos de mariposas de todos los colores danzaban y jugaban unas alrededor de las otras. Juntas peinaban las hierbas doradas por el sol. Se mecían entre cientos de flores de jardín.

Desde ese día Rinalto decidió ser cazador de instantes bellos, no renunciaría a su oficio. Lo renovaría. Ya no necesitaba escopeta, le bastaba con tener los ojos abiertos. No precisaba de canana, le bastaba guiarse por su instinto. Necesitaría, eso sí, lo conservaba de su experiencia anterior, sigilo, paciencia, valentía e intuición.

¿Querréis saber algunos de los instantes que cazó?

Una hora tardo en ver a un grillo salir de su cueva y cantar, una mañana ver a la araña construir su tela, una semana ver una batalla del milano con las urracas que defendían su nido, seis meses subir a las montañas de su región para encontrar la que mejor devolviera el eco y 3 años en ver como la madre osa le daba mimos a su osezno bajo un roble centenario.

Todos los momentos que Rinalto cazó, los consiguió sin ser visto. Pero el instante más bello, el que justifica el cuento… Sucedió cuando ya era viejo. Estaba empeñado en observar a una manada de lobos aullando a la luna. Se despistó y se acercó tanto a ellos, que al verle los lobos se acercaron y le hicieron reverencia.

Nadie ha vuelto a ver a Rinalto, tal vez sea el jefe de la manada. Algunos dicen que mientras los lobos aúllan a la luna llena, en el monte se escucha el eco de una armónica.

 

7 comentarios:

  1. Me encantaaaaaaaa!!!!!!!!!!! hasta aquí llegan los ecos de la armónica :-)
    Saludillos

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  2. Hola Puck! Desde que ando sin internet en casa no puedo seguiros pero me acuerdo de vos y agradezco tu mensaje. Gracias.

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  3. Pues a mí me gusta un huevo, hala.
    Abrazos enormes,
    P

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  4. Gracias Pablo, me alegro que te guste. Abrazotessss.

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  5. Me encanta,tiene sentimientos muy buenos.

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  6. Sonia.Me alegra que te guste.
    Anónimo. Ese era el intento de este cuento.

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