viernes, 10 de abril de 2009

Doce campanadas.

Cuadro de Carmen Fernández-Andes.
Recogido de la siguiente dirección http://www.faltabancuatrogotas.com/carmenfdezandes/
Os animo a que veais mas cuadros suyos. Me he tomado la libertad de colgar uno de ellos en mi blog para que ilustre el poema doce campanadas. Imaginaos que esta es la paisanina que os habla en el poema.


Como siempre hago todo a destiempo, tal vez porque nadie pondría un poema de campanadas navideñas en Viernes Santo, tal vez por eso, me animo a colgarlo en el blog. Espero que os guste y os suene bien.

Poema que la abuela leyó a su nieta justo al acabar el año.

Son Doce campanadas como doce pasos y a la luz de cada paso,
contarte quiero vida mía, que la noche vieja dura todo el año.
Por cada repique te daré un abrazo, una lección de amor y un consejo:
Primera pisada; la de la ilusión. Con alegría se va a todo lugar
y no te han de preocupar los vientos que tenga la existencia,
porque el amor siempre puede más.

Segunda uva, la de la virtud. Busca siempre ser sincera
limpia como la estrella de oriente, porque descansa el corazón
cuando dice la verdad aunque a veces duela.

Tercer surco en la arena y una copa de champán. Llénate, vida mía,
de cosas buenas de las que no se pueden comprar...
Un punto de ternura, 10 de sabiduría, mucho de valentía
y el resto de cordura.
Las luces bellas son las que se prenden con los actos
callados de cada jornada. Evita el burbujeo de la presunción.
Emborracha y deja resaca.

El cuarto paso, lo da por ti tu abuela. Siéntete siempre
querida, aunque no este a tu lado, porque si notas en un día triste,
que al mirar al cielo se te alegra el corazón, es que desde lejos,
tu abuela se lo ha pedido a Dios.
Y no dejes de creer en los Reyes Magos, que el mundo se hace triste
para quien no espera milagros.

Quinto rastro en tu camino; el de la prosperidad. Que tus logros
sean logros para compartir, de ese modo nunca se agotarán tus bienes,
el agua que corre feliz riega los campos, hincha las nubes
y nos permite vivir. Hasta el helado invierno es la antesala de la primavera.
Nada en el mundo se hace sin paciencia. Límpiate de egoismo en estas fiestas
para que durante el año nuevo, tu sonrisa sea
un de manantial de vida verdadera.

Sexto pastel, el de asumir el fracaso. Nada hay perfecto y si alguna vez
nos hemos caído, ha sido para descubrir la paz que da levantarse.
Acepta tus decepciones y sigue adelante, que en la vida no todo
son dulces y polvorones.

Séptima uva, es el de la esperanza, motor de las buenas intenciones.
Sin esperanza, vida mía, no se puede dar un paso porque se oscurece la senda.
Llénate de alegría por las pequeñas cosas: Un rayo de sol, el amanecer,
un abrazo sincero... Un niño pobre que viene para ser rey de los desheredados.

Siete pasos seguidos y ningún traspiés, alma mía. Toma otra campanada
la octava, la de la dedicación. Vale más tu entrega que todo lo que se logre con ella,
que seguro que no será poco.
Aprenderás a volar si te lanzas con ahínco a cumplir tus sueños.
Tu familia ha de ser tu apoyo para conseguir tus anhelos.
No tengas tanta prisa que por conseguirlos, saltes por encima de ellos.

Los cuatro pasos que me quedan, campanadas y promesas, te los resumo en uno solo,
que tu abuela sabe resumir en un último consejo lo que es vivir.
Huella tras huella, año tras año, navidad tras navidad, se fiel a ti misma, nieta mía,
y escucha la voz profunda de tu intuición.
Solo hay un lugar al que tenemos que llegar y ese lugar hermoso
no se encuentra en promesas externas sino en tu interior.
Para encontrarlo solo tienes que pararte a respirar.
Recuerda que la que tiene dicha y alegría,
no necesita nada más.