martes, 20 de septiembre de 2011

viernes, 16 de septiembre de 2011

Cencerros y cornetas.

                                                           A mi tío Belarmino. 

No quiso tu corazón
sonar a campana alta.
A ti nunca te gustaron
las alturas poderosas,
quiso sonar a esquila
de bronce, a cencerro
dorado ¡ Oler a monte!

Un rumor de la fuente de falla,
un mecerse de ramas de té,
un eco valiente en las montañas
y un ejemplo de saber.

Tiene tu nombre vela,
para hincharse, para guiar,
para estar alerta,
para arder
con el fuego que no quema,
con las llamas del querer.

Es tu sonrisa sincera,
y  en tus ojos brilla
brasa de compañía buena
y pasión de amar sin medida.

Velar,  atento pasar por la vida
a veces a oscuras como en la mina
y siempre dándoles a los tuyos
aliento. Alimento de sonrisas.

Tu apellido es de fragua.
No es que trabajases
el duro acero, pero la valentía
con la que caminaste
te hacen a ti Ferrero.
Herrero de la fe,
confianza puesta a prueba
que nunca se cansa de la brega
y moldea el hierro de vivir
con dulces formas serenas.

Soto que a la ribera del Bernesga
y en Páramo de Santa María, floreces
y llenas de sol la tierra,
de brotes, el sauce,
de fayucos , el alma,
de muérdago y de chivinas,
no olvides que te quieren mucho
los que por tu vida suspiran.

Un rumor de la fuente de falla,
un mecerse de ramas de té,
un eco valiente en las montañas
y un ejemplo de saber.

Espéranos arriba con Abilio al lado
que haremos fiesta
cuando terminemos nuestros pasos.

Aún recuerdo tu risa
ordeñado con ternura una  vaquina:
“¡Agarra de aquí, a ver si sale leche!”
Viendo que yo no podía
me mirabas satisfecho
y te ponías a la tarea
de teñir de blanca sorpresa
el cubo repicante
y mi mirada inmensa.
Suenen por ti, saxofones y cornetas,
trompetas y algún chiflo de pastor.

Por ti supo la chavalería
lo que era la alegría
y también la pasión
de la semana Santa,
por eso toda Santa Lucía
te bendice y te canta.

La  familia añora tu lección
y sabe que sonará en le cielo,
otra vez,  tu viejo saxofón
y en tu corazón, cencerro nuevo,
no de locura, sino de amor,
bailaran las mariposas
y cantará el ruiseñor.

Un rumor de la fuente de falla,
un mecerse de ramas de té,
un eco valiente en las montañas
y un ejemplo de saber.